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viernes, 25 de mayo de 2012

La biblioteca de Groussay



Siempre he sentido curiosidad por las bibliotecas, son el refugio de los solitarios, el espacio de una casa donde te gustaría perderte, el único diseñado para  reflexionar. Quizás también es donde mejor se mide quien es realmente esa persona, sus gustos, sus aficiones, si es un lector activo o es una biblioteca heredada, si es pura decoración en forma de un salón más. Quizás también por eso me fascina la figura de Montaigne y su torre, su infinita curiosidad y el embrujo que todavía causan sus reflexiones. Sus vigas pintadas de citas latinas.

La foto de arriba es del Chateau de Groussay, de la biblioteca de Carlos Beistegui. Otro solitario, personaje extremadamente curioso del siglo XX que aunque dio las mejores fiestas vivió y murió completamente sólo. Vilallonga lo maltrata tanto en sus memorias como en algún artículo de La Vanguardia:

"En 1939 Beistegui adquirió Groussay, en Montfort-L’Amaury, y estuvo amueblándolo y redecorándolo hasta el día de su muerte. “El dinero da lustre a la mediocridad”, ha escrito Oscar Wilde. Como otros grandes rastacueros de su época —Arturo López Willshaw, el rey chileno del guano, y Antenor Patiño, que vivía del sudor de sus mineros—, Beistegui pretendía recrear a su alrededor todo lo que envidiaba a los que habían nacido con un pasado cargado de nobles ancestros. Es cierto que poseía magníficos muebles, pero casi todos eran copias de los originales que, por hallarse en museos o palacios reales, no le había sido posible adquirir. Cuando puso en venta el palacio Labia con todo su contenido, en Venecia, resultó que, salvo los frescos pintados por Tiepolo, todo el resto era falso. Todo magnífico, todo precioso, pero todo falso.”

Personalmente me habría encantado conocer esa biblioteca, desgraciadamente se subastó todo en 1999...

domingo, 13 de mayo de 2012

El último rey del azúcar

Julio Lobo (Caracas 1898 - Madrid 1983)
El 11 de Octubre de 1962 el Che Guevara citó a Julio Lobo en su despacho del banco central de Cuba. Le citó a las doce y media de la noche lo que era normal para el Che. El Che había sido nombrado presidente del banco central en  una reunión en que Fidel Castro había dicho que necesitaba a un buen economista, el Che se postuló a lo que Fidel sorprendido respondió que no sabía que fuese un buen economista, el Che sonriendo adujo que había entendido un buen comunista.

Lobo llegó acompañado de su abogado a la sede del banco central, le comunicaron el piso en el que le esperaba Che Guevara quien le recibió en el rellano, fue cordial y educado puntualiza Lobo en sus diarios, estuvo hablando durante media hora explicándole que no habían podido encontrar ninguna irregularidad en sus Ingenios ni en sus cuentas y que por eso le habían dejado para el final.

Julio Lobo era en esos momentos el autentico rey del azúcar de la Habana, controlando mas de la mitad de la producción de la isla, él había heredado un negocio de trading de azúcar con sede en Habana, Nueva York, Londres y Madrid que había convertido en la primera fortuna de la isla, Lobo había invertido en tierras, con mas de 18 ingenios, 40.000 empleados y 405.000 hectáreas, habiendo recomprado gran parte de ellos a empresas americanas, además de tener un banco y una aseguradora.

Lobo representaba todo lo que era la Cuba prerevolucionaria, amante de las mujeres guapas, fiestas legendarias, había financiado casinos y hoteles, era una persona culta, con una de las mejores colecciones de pintura de la isla y admirador de Napoleón de quien tenía la mejor colección de objetos fuera de Francia, incluyendo un diente, su mascara de enterramiento y la última carta que escribió María Antonieta desde prisión.
Mascara mortuoria de Napoleon Bonaparte
El Che prosiguió su exposición diciéndole que había llegado un momento en que la isla se estaba transformando en una economía comunista y que evidentemente las cosas no podían seguir así, que tenía que decidir si se sumaba a la revolución o se mantenía al margen. Lobo le inquirió preguntándole que de que forma podía seguir colaborando con la isla. El che desveló su oferta, se encargaría de dirigir toda la explotación y exportación de azúcar de la isla, podría mantener uno de sus ingenios -Tinguaro su favorito- y un sueldo de $2,000 al mes, lo que cobraba uno de sus directores de un Ingenio. Lobo le agradeció sus palabras y le pidió una semana para repensar la oferta.

Lobo nunca pensó que la revolución acabaría en el comunismo, el mismo había colaborado con ellos para derrocar al corrupto de Batista. Nunca pensó que los Estados Unidos permitirían tener un satélite a 90 millas de la costa. De hecho la mayor operación de compra de Lobo había tenido lugar en 1957 con los rebeldes ya en Sierra Maestra. Mientras otras familias habían sacado todo su dinero de allí él siguió apostando por la isla.

Al día siguiente se acercó a su oficina en la calle O´Reilly, había milicianos en la puerta, cuando por fin pudo entrar a su despacho se encontró a un comandante sentado en su mesa del despacho. No se levantó, “por fin te tenemos donde queremos, desnudo, no te ha quedado nada”, a lo que Lobo mirándole fijamente a los ojos respondió: “nací desnudo, moriré desnudo, y seguramente los mejores momentos de mi vida han sido desnudo”. Lobo consiguió volar esa misma tarde rumbo Méjico para instalarse posteriormente en Nueva York y empezar de cero con 62 años.